Había una vez una niña que se quería mucho a sí misma.
Siempre se sentía alegre y era muy creativa.
Le gustaba mucho dibujar y cada día practicaba para mejorar sus dibujos.
Ella sabía que podría conseguir lo que se propusiese. Ella creía en sí misma.
Había veces que no se sentía alegre. Y entonces buscaba ayuda para recuperar la alegría.
Hablaba con amigos, padres, hermanos y tutores que la ayudaban a sentirse mejor y la animaban a seguir intentándolo cada día.